Ramón va a contracorriente, no a contrasentido, pues el sentido -especialmente el sentido común- no suele ser corriente. Es por ello que sus reflexiones son imprescindibles no sólo para cualquier aspirante a buen periodista sino para todo ciudadano con pretensiones de estar bien informado. Su trabajo es descorrer cortinas incluso cuando lo que hay detrás son dulces cadáveres en avanzado estado de putrefacción. Lo hace y dice en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla pero también allá donde lo llaman. En México por ejemplo.