La compuso Bernardo Bonezzi con 13 años y se grabó a principios de la Movida para un disco de Los Zombies que se tituló Extraños juegos. Fue la canción que sacó al grupo de los ambientes underground y lo metió en los programas de moda de Televisión Española. No me cabe duda de que hoy hubiera repetido o multiplicado su éxito.
Es una de mis tres canciones favoritas de la época (junto a Camino Soria y Cadillac solitario) y me encanta escucharla porque me pone de buen humor. Me aporta ese contrapunto freak a mi forma habitual de ser, y me ilusiona tropezarme con versiones 30 años después de haberse dado a conocer. Ahora ha sido gracias a Carlos Sadness, a quien le viene el tema que ni pintado. Si no, comprueben…
Podría decirse perfectamente que Biografía autorizada es un libro-disco. Con una particularidad: el disco no viene físicamente incluido. Es una banda sonora que el lector escucha conforme avanza en la historia de Carlos J., una estrella del rock dispuesta a componer su disco más autobiográfico. Porque la novela rezuma, sobre todo, música, aunque por supuesto mucho más. Música y Modernidad en la España (Córdoba, Sevilla y Madrid principalmente) de los años 80, aquella que, en efecto, vivió la explosión creativa de una gente machacada culturalmente por el antiguo régimen.
Una novela que rinde tributo a los grandes grupos de rock (Joy Division, The Cure, Gabinete Caligari, 091, Héroes del Silencio…), al cine (El Padrino, Uno de los nuestros…) y a las series de televisión (House of cards, The Walking dead…) a la vez que reivindica el papel capital que juega la cultura en la educación intelectual y sentimental de la persona.
Aunque escrita en principio para la banda sonora de un documental sobre las mujeres que combatieron en el bando republicano durante la Guerra Civil española -y que precisamente se llamó Mujeres en pie de guerra–, esta canción suena ahora incluso más evocadora que cuando se publicó originalmente en 2004. Y es así por la sensación que tenemos todos de que algo muy desagradable está a punto de ocurrir aquí en España, algo así como un tremendo vendaval, y ante el que algunos corren a resguardo de un techo seguro y otros, los valientes, optan por jugarse el tipo en beneficio de los suyos. Y es que siempre hubo comprometidos y gente que tan solo pasaba por allí.