Aquella estampa -Antonio Ramos recibiendo de Manuel Chaves la Medalla de Andalucía- ponía punto y final a una época. A una época marcada por un estilo de hacer periodismo, más sencillo, natural y humano. Un periodismo dominado por la libreta y la plumilla, sí, casi como ahora, pero con el rasgo definitorio de querer cambiar el mundo. Y no sólo de contarlo o venderlo.