En la cocina, pocas cosas me fascinan más que dar salida a esos productos que se te quedan arrinconados. Es lo que llaman «cocina de aprovechamiento»: no desperdiciar los ingredientes que, por ejemplo, dejas de usar al preparar una receta. O esos otros que vas dejando de un día para otro y cuando quieres echar cuentas han cambiado de color. Pasa mucho con los plátanos. Compras un manojo de plátanos y dos o tres se te ponen maduros. ¿Qué hacer con ellos? ¡Tirarlos no! Del plátano se aprovecha hasta la cáscara.
Seguir leyendo