Entre todas sus virtudes, hay dos que sorprenden a cualquiera: su solidez intelectual y su asombrosa capacidad para diseccionar la realidad. Quizá por ser periodista, quizá por ser escritor, o quizá por ser, además de eso, profesor, es capaz de analizar en minutos un acontecimiento aparentemente irrelevante y conectarlo con el devenir de la vida y de las gentes, imaginar cómo será el mundo si no ponemos remedio. Basta echarle un ojo a sus artículos diarios en El Correo de Andalucía para darse cuenta de ello.
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